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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia
COPA DEL MUNDO 2024: UN MUNDIAL DESDOBLADO ENTRE AMÉRICA Y EUROPA
Está en disputa una ilusión de Copa del Mundo, la que desde 2021 nos regala la simultaneidad de la Copa América y la Eurocopa. Vimos jugar una vez a todos los equipos de la competencia americana y dos y hasta tres veces a los de la europea, y aquí van unas líneas que nadie estaba esperando pero las asestamos igual. A lo mejor precisamente porque nadie las está esperando.

 

Alemania. Arrancó la Eurocopa arrasando a los inefables escoceses y luego superó a los decepcionantes magiares, en lo que a esa altura parecía el Adiós Toni Kroos, la triunfal gira de despedida de un volante central de los que redefinen su puesto. Con Gündogan y Musiala en gran nivel, con la garantía de Neuer en el arco, los locales parecían muy capaces de dejar atrás una década patética, y nos íbamos preparando, tal vez prematuramente, para un partidazo contra España en todavía lejanos cuartos de final: sólo que... cuando a esta selección la enfrentó un equipo sólido como el suizo, de un nivel superior al de las dos murgas anteriores, el festejo con chucrut, salchichas y cerveza se llenó de preguntas. Alemania estuvo una hora en desventaja, nunca logró arrinconar a un adversario ordenado, se salvó un par de veces de un 0-2 lapidario, y sólo empató en el descuento gracias a una receta teutónica bien clásica: centro medido y excelente cabezazo del grandote Füllkrug. Ojo: por ahí a esta selección le conviene no ser favorita y permitirse jugar de contragolpe ante un adversario fuerte.
Argentina. El campeón de América y el mundo tuvo un arranque irregular contra una buena versión de Canadá, que diseñó un planteo de defensa adelantada y equipo compacto que debería pagarle derechos de autor a Hervé Renard, el entrenador de Arabia Saudita en Qatar 2022. El equipo de Lionel Scaloni pasó algunos (bien que contados) momentos difíciles en su área, no tuvo continuidad en sus lapsos de buen juego, y en ataque padeció errores de definición impensables, impropios de nada menos que Di María, Messi o Lautaro Martínez. Dibu Martínez estuvo perfecto cuando se lo requirió y hasta fue autor de un par de excelentes pases largos a sus delanteros, y Cuti Romero dio una clase de lo que es ser un defensor central. Faltaría ver un partido más para desentrañar si fue apenas un arranque en frío, si influyeron los problemas de adaptación a un césped muy imperfecto o hay alguna cuestión a revisar.
Austria. Un candidato a sorpresa, que dejó buena imagen tras haber perdido pero por la mínima ante Francia y derrotado con tranquilidad a Polonia. Es un equipo agresivo en la marca alta y en el ataque, con valores interesantes como Sabitzer, Baumgartner o Arnautovic, y que afortunadamente desentona con el estilo defensivo, mecanizado y poco imaginativo que nos acostumbramos a asociar con los seleccionados de Europa Central y Oriental. Podría ser una oposición fuerte, o al menos una muy buena medida, para los grandes candidatos.
Bélgica. Sólo hay una certeza en este universo y es que todo tiene un final, todo termina: las leyes de la termodinámica según Vox Dei. Este histórico equipo belga asomó como una promesa en la Copa del Mundo de 2014, brilló en su plenitud hasta llegar al podio en la Copa de 2018... y viene de insólitamente no pasar de primera ronda en Qatar 2022. Así y todo los veteranos De Bruyne, Vertonghen, Carrasco, Lukaku, se las arreglaron para ganarle bien 2-0 a Rumania después de una derrota sorpresiva y no muy justa en el arranque ante Eslovaquia, en un grupo en que los resultados dicen que esos tres equipos y Ucrania empatan en tres puntos a falta de una jornada. El goleador histórico del seleccionado sigue poco menos que embrujado: ya Bélgica quedó fuera en Qatar porque Lukaku no pudo concretar media docena de oportunidades de gol, y en este torneo ya el VAR le anuló (bien) ¡tres goles! Pero la maldición ya parece contagiosa: sobre el cierre del partido ante los rumanos, Trossard tenía la posibilidad de marcar el 3-0 pero prefirió cederle el gol a su compañero, como para que se sacara de encima el estigma ¡y se la regaló a un defensor! Los belgas aparecen hasta ahora en el pelotón de los desafiantes, un escalón abajo de los candidatos.
Brasil. La selección con el pasado más glorioso de todas ni siquiera necesita jugar la carta de su historia: de eso se suelen encargar sus rivales más temerosos, que a menudo se percatan de los eventuales defectos del Scratch bien entrado el partido y cuando ya están irreversiblemente abajo en el marcador. Pero en la última década bastó con que alguna selección bien armada se le animara, como Alemania en 2014, Bélgica en 2018, Argentina en 2021 o Croacia en 2022, para poner en crisis al gigante. Con Dorival Junior alternó muy buenas con algunas no tanto, pero simplemente con darle a Vinicius Junior y Rodrygo un esquema de juego parecido al que les hace lucirse en el Real Madrid ya debería alcanzar para ser candidato de fierro como siempre. Y además está Endrick en el banco. Sólo que, contra un planteo de la Costa Rica de Gustavo Alfaro en homenaje a los troyanos sitiados por los griegos, Vini Jr. quedó aislado en un ala y más preocupado por quejarse de las faltas que por jugar y que es exactamente lo que nunca le conviene hacer, Endrick ingresó con una despreocupación cercana a la negligencia, Savinho entró con la idea de que podía ganar el partido él solo, y con un toque de mala suerte y de una gran tarea del arquero rival el partido terminó en un 0-0 reputado imposible. ¿Vuelve la crisis o fue sólo un paso en falso? La verdad pronto, sobre el verde césped.
Colombia. Un equipo que lleva 24 partidos sin perder y que relega al banco de suplentes a nuestros conocidos Miguel Borja y Juanfer Quintero merece todo respeto. Con Luis Díaz y James Rodríguez en gran nivel, la selección cafetera es cosa seria: resta comprobar si se curó de viejos vicios, como la autocomplacencia en las buenas y la fragilidad anímica en las malas. En el debut con los siempre ásperos paraguayos se tomó unos minutos para acomodarse al rival, hasta que la zurda de Rodríguez regaló dos asistencias y el partido se encarriló hacia una victoria que nunca pareció en riesgo. Ya habrá tiempo para Costa Rica y nada menos que Brasil: Colombia no tiene por qué temerle al futuro.
Croacia. Una situación similar a la de Bélgica, tal vez más aguda. Subcampeones mundiales en 2018, terceros en 2022 con el último esfuerzo... y en esta Eurocopa llega el final del camino para un grandísimo jugador como Luka Modric y para muy buenos futbolistas como Perisic, Brozovic, Kovacevic, Kramaric. Para un país pequeño va a ser difícil repetir una generación así. A favor de Croacia hay que decir que, al menos, nunca es uno de esos equipos genéricos de su región: once rubios grandotes ordenados para defender bien y atacar, cuando se pueda, con los únicos dos o tres que parecen tener algún talento. A sus archienemigos serbios ni eso les sale.
Dinamarca. Aunque lejos de las glorias de la Copa Mundial de 1986 o la Eurocopa de 1992, este equipo dinamarqués es digno y se las arregla para complicar a los más pintados, como los ingleses, aunque por cierto los de Gareth Southgate no necesitan rivales para complicarse. Empató con Eslovenia en el partido inaugural, lo que también nos advierte de no exagerar nuestra apreciación del mejor equipo nórdico del momento. Que es una distinción que tampoco quiere decir gran cosa, por más Haaland y Odegaard con que los noruegos se crean autorizados a argüir.
España. El control del balón que es axiomático desde hace quince años más la profundidad que le dan los dos morochitos que atacan por las alas, Nico Williams y Lamine Yamal: he aquí al gran candidato. Jubiló a los croatas, dio un baño de realidad a los italianos y superó claramente a los dignos albaneses alineando a los suplentes, clasificó en dos partidos y dejó una impresión inmejorable. Para destacar también los conocidísimos Carvajal y Rodri y el subvalorado Fabián Ruiz. La duda puede venir por el lado de si será capaz de jugar sabiéndose favorita, que es algo que sólo le sale bien a los escogidos.
Francia. El subcampeón mundial llegó a Alemania con un equipo muy parecido al que perdió en la definición por penales ante Argentina, sólo que robustecido por el regreso del entonces lesionado Ngolo Kanté, tremendo crack, y con Mike Maignan en el arco en remplazo de Hugo Lloris. En el primer partido sufrió un fortísimo golpe: superó con esfuerzo al buen equipo austríaco, pero perdió a Mbappé por varios días debido a una fractura del tabique nasal por una acción casual. En la segunda fecha empató con los nerlandeses 0-0, jugando bien un partido tan complicado pero sintiendo mucho una ausencia tan pesada. Como es un equipo que no necesita dominar el desarrollo de un encuentro para ganarlo, si recupera a Mbappé sigue siendo gran candidato.
Inglaterra. Un plantel en las apariencias muy rico, un entrenador novato, cierta falta de carácter en partidos decisivos, dos volantes centrales que no dan abasto para colaborar con los defensores y tres volantes con poca marca para asistir un goleador letal: no, no es el River de Demichelis sino la Inglaterra de Gareth Southgate. Tras derrotar con menos brillo del esperable a los serbios, siempre difíciles a pesar de sí mismos, llegó un empate discreto con Dinamarca, en el que hasta fue superada por largos tramos. Tal vez al entrenador, algún día, se le ocurra darle una oportunidad a Cole Palmer. Con tantos octágonos de advertencia, parece que a Jude Bellingham no le va a quedar otra que ponerse el equipo al hombro.
Italia. Uno puede recordar enormes futbolistas italianos pero muy pocas selecciones de ese país que fueran amables con el espectador: siempre el talento liberado apenas lo imprescindible y a menudo un poco menos, el esfuerzo justo para garantizar la ventaja necesaria y nada más. Desde el campeonato de 2006 siguieron dos eliminaciones en primera ronda en las Copas Mundiales de 2010 y 2014 y otras dos en la clasificación en 2018 y 2022, la última después de haber ganado la Eurocopa de 2021 de visitantes en Wembley y por penales. La Italia de hoy ni se cierra bien para contragolpear como antaño ni está al nivel de Portugal, España o Francia si se trata de jugar con espíritu ofensivo: una medianía apoyada en un Donnarumma en estado de gracia y que no augura mayores éxitos que ganarle bien a Albania y a la que sólo tal vez salve que a la multitudinaria Copa de 48 equipos de 2026 casi que no hay manera de no clasificar. A lo mejor el golpe anímico de haber pasado de ronda en el octavo minuto adicionado contra Croacia es un empujón anímico. Por lo pronto Suiza no será un rival sencillo.
Países Bajos. Los entrenadores del seleccionado masculino de fútbol de El Artista Antes Conocido Como Holanda son siempre los mismos. Retirados los remanidos Guus Hiddink, Dick Advocaat y Leo Beenhakker, tras la renuncia de Louis Van Gaal le tocó el turno de regresar a Ronald Koeman, que ya había ocupado el puesto entre 2018 y 2020. En el primer partido superó a unos polacos acostumbrados a sufrir, pelearla y al final perder desde que existe su pueblo, y en el segundo se conformó con un empate en cero con Francia una vez que quedó claro que ambos equipos no se podían vencer. Tiene una muy buena defensa capitaneada por Virgil Van Dijk, y del medio hacia adelante se apoya en figuras como Xavi Simons, Memphis Depay, Cody Gakpo y Wout Weghorst. No sé si le da para campeón pero debería bastarle para protagonista.
Portugal. Un equipo al que, con Cristiano Ronaldo, Bernardo Silva, Rafael Leão y Bruno Fernandes se le caen los goles de los bolsillos. ¡En el banco esperan Diego Jota, Gonçalo Ramos, João Félix! Demostrar su fútbol de autor le costó una hora con los checos pero meros minutos con los turcos. La gente de Roberto Martínez se ganó el derecho de soñar en grande y relojear el grupo D para ver si el segundo de esa zona, posible rival en cuartos de final, es Francia o Países Bajos. No tiene por qué sentirse menos con ninguno de los dos, ni con nadie.
Suiza. El multicultural y correcto seleccionado suizo juega con las armas que le conocemos desde hace una década, porque son siempre los mismos: Sommer, Schär, Ricardo Rodríguez, Xhaka, Shaqiri. Esta vez lo ayudó además ser parte de un grupo en el que están los rudos escoceses y los incomprensibles magiares, que le simplificaron el trabajo. Pasó con creces la prueba del partido con Alemania, que estuvo a segundos de ganar merecidamente, y ya podemos hablar de que está haciendo una muy buena Eurocopa. Y ni esta Italia ni esta Inglaterra parecen rivales inacesibles para este equipo.
Uruguay. Renovación generacional bien manejada, tremendo compromiso colectivo, generoso despliegue físico, voracidad ofensiva, lucimientos individuales: esta selección oriental está entre los aciertos de la carrera de Marcelo Bielsa. Hasta ahora no aparecieron los puntos flojos comunes a los fracasos del rosarino: la rigidez táctica, la pobre lectura del momento del partido, la dinámica degenerando en vértigo, el desgaste del plantel por una exigencia fortísima. ¿Y si Bielsa aprendió de esos errores por fin? Ojo entonces con, además, la única selección del mundo que superó claramente a la argentina en los últimos tres años. El secreto está en ese mediocampo feroz de Valverde, Ugarte y De Arrascaeta que hasta relega a Bentancur y De La Cruz al banco. Ante un muy digno Panamá ya avisó que está en carrera.