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LIBROS EN CINE BRAILLE: NEGAR TODO Y OTROS CUENTOS
Roberto Fontanarrosa, Ediciones de
El Negro Fontanarrosa murió en 2007, víctima de una enfermedad neurológica que lo fue desarbolando mes a mes, hasta reducirlo a una silla de ruedas e impedirle escribir y dibujar. Los textos que componen "Negar todo y otros cuentos" fueron dictados por él durante sus últimos dos años de vida: dadas estas circunstancias, y dada mi admiración por su obra, me era necesario extremar algunos recaudos si quería escribir un comentario acerca del libro. Corría el riesgo de resultar condescendiente con estos cuentos en razón de las circunstancias de su redacción; corría el simétrico riesgo de juzgarlos menos por su méritos o flaquezas que por la imagen que me he forjado de Fontanarrosa como cuentista. También corría el albur de que el temor a que mi comentario fuera infiel o (peor aún) totalmente prescindible me impidiera escribir siquiera una línea: ojalá haya salido bien salido librado de estos conflictos.
He escrito “Fontanarrosa como cuentista” en lugar de “Fontanarrosa como humorista” porque creo que, en primer lugar, sus cuentos no siempre buscaban hacer reír, como lo pueden testimoniar el añejo y recordado “Cuestión de principios” o uno de los relatos de este volumen, el tierno “Santa Claus llega a la ciudad”. Y en segundo lugar, porque calificar de “humorista” a un cuentista técnicamente irreprochable es un error: en aspectos como la construcción de la voz de los personajes o el narrador, o la respiración, el timing de un relato, Fontanarrosa demuestra no ser menos que nadie. Y esto se nota especialmente en estos cuentos del ocaso donde, como sucede en los cuentos de Fontanarrosa de los últimos quince o veinte años, no siempre lo más importante es el final: uno quisiera que grandes relatos como el inaugural “El Pampa”, el brillante “Negar todo” o “Temas para contar” no terminaran nunca. Porque al leer relatos como esos me pasó algo que pocas veces me pasa, incluso con otros libros del mismo autor: sentí que los cuentos no me soltaban.
“El Pampa” es un relato arquetípico de Fontanarrosa, desde el tema futbolero y el ambiente de Pampa Gringa hasta un comienzo así: “el tipo que nunca se ha ligado un pelotazo en los huevos no puede entender lo que es el fútbol – dijo el Doctor, también en voz baja y en tono desdeñoso”. La estructura tiene su complejidad, porque la historia del Pampa Heredia se arma en base al testimonio de varias personas, y la enriquecen chistes enunciados casi distraídamente, como al pasar, como la existencia de un supuesto programa de TV por cable de provincias llamado “Tomando el té con Tesi”. Chistes que, como en todo cuento de Fontanarrosa, surgen naturalmente del relato, sin obstruir el suave fluir de la narración.
El segundo, “La isla”, es una muy graciosa farsa que involucra la posible aparición de seres extraterrestres, vacas mutiladas en una isla frente a Rosario, el supuesto gran interés de las grandes potencias por los recursos hídricos de Sudamérica (“vienen por el agua”) y un par de viejos amigos que se meten donde no los llamaron. ¡Cómo no amar a un cuento en el cual el narrador afirma que “una vecina, Delia, sostiene que seres extraterrestres le dejan mensajes de texto en su celular, incluso algunos subidos de tono”!
Como en todo libro de cuentos de Fontanarrosa, hay lugar para la parodia con tema gauchesco (“El único árbol”, “Chacarera me han pedido”), vagamente histórico (“Ciudad sagrada”), tanguero (“La trinchera del tango” y su mención del “criminal gas de mostaza de Dijon, de las bombardas de cilantro y las granadas cargadas de una precisa mezcla de jengibre y pimentón molido”), costumbrista (“El hombre elefante”, “Los secretos de la comida china”) o relacionados con la áspera rivalidad entre las dos grandes parcialidades futboleras de Rosario, Newell’s – Central (“Cumpleaños feliz”),
Destaco especialmente algunos
cuentos, además de los dos primeros. “Negar todo” es una muy efectiva comedia
de enredos en pocas páginas, en la cual se revela gradualmente que todos los
personajes, aún los más insospechables, tienen algo que negar. “Perro en
consorcio” tiene algunos momentos muy divertidos y un delicioso final para una
historia muy simple, la de un muchacho que tiene un perro en un edificio de
departamentos en el cual no se admiten animales. En “Temas para contar” un
escritor medita en un bar acerca de si todos los
momentos de la vida dan material para escribir un relato, mientras a su
alrededor se desarrolla una historia que involucra a una anciana, su caniche toy y unas tan pertinaces y hambrientas palomas que han
obligado al dueño del bar a tener a su servicio… a un
halcón. En “Teoría de la belleza” retornan los entrañables personajes de
Cierra el volumen “La mirada de los otros”, una elección explicable por una cuestión de simetría entre su final y el final del primer cuento, “El Pampa”, pero que no me parece especialmente memorable, más allá de permitirnos conocer al “profesor José Flores, sociólogo, reflexólogo, políglota, neumonólogo postconciliar keynesiano”.
Los desagradables vaivenes que demoraron durante al menos cuatro años la edición de este volumen, relacionados con una batalla legal entre familiares del Negro por los derechos de su obra, me hicieron temer que su último libro de cuentos fuera ese codicioso y detestable rascar del fondo de la olla que a menudo nos inunda de meros borradores de creadores muertos, desde “Poodle Springs” de Raymond Chandler hasta “You know you’re right” de Nirvana. Por suerte y para mi alegría, puedo garantizarles que no es el caso.
El eventual y acaso inexistente lector puede leer un comentario de la obra de Roberto Fontanarrosa haciendo clic precisamente aquí.
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