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PAPELITOS DEL PENSAMIENTO, COSECHA 2011

Horacio Ferrer usó esa linda frase de los “papelitos del pensamiento”, en el prólogo a las “Crónicas del Ángel Gris” de Alejandro Dolina, para referirse a esas ideas que nos asaltan repentinamente y nos obligan a anotarlas en donde se pueda. A veces esos papelitos se acumulan, y uno les da salida en notas como ésta. Auspician este rapsódico fracaso los afamados Alfajores Bajoneros Marley (?).

* Si uno lee un libro sobre un cierto asunto histórico, al terminarlo cree que ya conoce las respuestas a todas las preguntas importantes acerca de ese tema. Si uno lee dos libros, empieza a descubrir que, después de todo, hay algunas preguntas de las que no está tan seguro de conocer las respuestas. Si lee tres o cuatro, se da cuenta de que hay preguntas que nunca tendrán respuesta satisfactoria, porque el pasado no se puede recuperar: meramente se puede reconstruir.

* Se están por cumplir ¡treinta! años de los justamente famosos recitales de Serú Girán en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, del viernes 25 al domingo 27 de diciembre de 1981. La grabación del concierto del 26 dio origen a "Yo no quiero volverme tan loco", tercer y mejor disco en vivo de la banda, editado en 2000.
De las virtudes del álbum creo que ya se ha dicho todo, y en todo caso, son tan evidentes que no hace falta resaltarlas. Sï quería apuntar dos detalles: uno, lo poco que la banda rockeaba, aún tras la (entonces flamante) inclusión en el repertorio de temas como "No llores por mí Argentina" o la versión original de "Yo no quiero volvermetan loco". Se extrañan más temas como "Loco no te sobra una moneda" o el formidable y leboniano "Tema de Seleste", que integraban el repertorio hasta unos pocos meses antes. ¡Está claro entonces lo bien que al rock argentino le cayeron dos novedades de (precisamente) 1981 como Riff o el Virus new wave de los primeros discos!
La otra cosa, relacionada con lo anterior, es lo diferente que suena el Serú Girán de "Yo no quiero..." del de "No llores por mí Argentina", el disco en vivo grabado poco más de dos meses después y editado a fines de abril de 1982, en medio de la Guerra de las Malvinas. No es sólo porque "No llores..." tiene tantas sobregrabaciones que parece un disco de estudio: el concepto ya es otro, y se nota tanto en la elección de los temas (hay menos baladas y midtempos) como en una actualización del sonido, con baterías más poderosas y sintetizadores más ochentosos. ¡Allá por marzo de 1982, Charly García ya se había bajado los plugins de la nueva época!
También se cumplen ¡veinte! años del regreso de 1992: un regreso que no estuvo a la altura de las lógicas expectativas que había despertado, pero que, hoy, no me parece tan rematadamente flojo como pareció entonces. "Transformación" es un gran tema, "Hundiendo el Titanic" y "No puedo dejar" son buenos temas, y "A cada hombre, a cada mujer" es una gran canción que no hubiera desentonado en "Bicicleta" o "Peperina", y es tal vez lo mejor que Pedro Aznar escribió nunca. En el disco en vivo, la banda no suena compacta y poderosa como sonó siempre, pero tiene grandes momentos, en especial el tremendo medley acústico (con puntos altísimos como "Parado en medio de la vida" y "San Francisco y el lobo") y la seguidilla inicial de "Serú Girán", "El mendigo en el andén" y "Dos edificios dorados".
En fin, es lo que le parece a un fan.

* A Roberto Arlt y Osvaldo Soriano se los reconoce especialmente como novelistas, pero yo creo que lo menos interesante de ambos son sus novelas. Las Aguafuertes Porteñas de Arlt son extraordinarias: es un gran placer sumergirse en sus viñetas de la vida cotidiana de la Buenos Aires de los años 1920 y 1930 y sentir que esa ciudad inevitablemente perdida está viva, ahí, en esas páginas. Por su parte, recomiendo fervorosamente las recopilaciones de los artículos periodísticos del Gordo, en especial "Artistas, locos y criminales", que recoge algunas de sus mejores notas para el maravilloso, execrable, legendario diario La Opinión de Jacobo Timerman.

* “Midnight in Paris” de Woody Allen me gustó pero no me deslumbró. Durante un buen rato me pareció una película agradable, aunque previsible: una sucesión de periódicos y cada vez menos sorprendentes asombros de Gil Pender, el personaje de Owen Wilson, por viajar en el tiempo y encontrarse cara a cara, en la París de los años 1920, con nada menos que Scott Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Buñuel, Dalí, Cole Porter o Gertrude Stein. Por suerte, esa rutina se interrumpe hacia el final, con un diálogo que ayuda a poner en una perspectiva más interesante la fascinación de Gil por el pasado, fascinación que, inevitablemente, implica un cierto desdén por el tiempo en que le ha tocado vivir. Chicas, muchachos, nos han tocado tiempos difíciles... como a todos los hombres, diría el maestro ciego de Palermo.

* Un punto interesante: los rockeros nihilistas (o al menos bohemios) que dieron su salto a la masividad con el menemismo y el 1 a 1: digamos Fito Páez y Andrés Calamaro. Ahí hay una primera disonancia entre el artista y el público de la que es difícil volver. El éxito comercial impresionante que ambos tuvieron en esas épocas los ponía en la difícil situación de ser beneficiarios de algo que habían execrado, sistema o como le llamen. Entonces, si eran críticos los acusaban de hipócritas, y si eran intimistas, los acusaban de vivir en una torre de marfil. A no-win situation: en el rock no hay nada más fácil que pegarle al macho alfa del momento. Bueno, en definitiva el rock es la Guerra del Cerdo permanente, de eso se trata: por eso a veces es difícil tomarse muy en serio ciertas críticas. Uno ya las leyó mil veces, con otros nombres propios.
Calamaro volvió de aquella disonancia con el método Salmón; no creo que Fito quiera volver por ahí, y lo bien que hace. En algún momento, sacará algún gran disco que nos hará decir "volvió", como ya han vuelto tantos que se daban por perdidos. Para mí es cuestión de tiempo. Y si no lo saca... "siempre tendremos París", como se dice en la película "Casablanca". Quedan esos viejos discos gloriosos, y listo.
Eso sí: en la calle ya dicen que "Ciudad de pobres corazones" lo organizó Fuerza Bruta.

* Calle Dorrego, cerca del Complejo Universitario de Mar del Plata, una mañana de noviembre: en la puerta de la misma casa, un micro escolar pasa a retirar a unos niños para llevarlos a la escuela, y una camioneta con la caja convertida en jaula pasa a retirar a un perro. ¿No hay algo que falla en la vida de una familia que endosa durante varias horas a sus niños y a su perro a otras personas, para peor, seguramente a cambio de una contraprestación en dinero? ¿No tienen tiempo ni para sacar a pasear al perro? ¿Falta mucho para que haya gente que contrate personas para que le hable a sus plantas?

* Yo nunca leo en voz alta lo que escribo, lo que es probablemente un error. De hacerlo, notaría que mis textos son escritos para ser leídos, no para ser escuchados: nada sorprendente, porque mi relación con la literatura es eminentemente privada, íntima, de lector silencioso y concentrado. Si tuviera que leer mis textos, tendría que cambiar de forma de escribir, incorporando el hábito de leerme en voz alta. No tengo idea de cómo resultaría eso.
Hay dos cuestiones más, que pueden hacer que un texto muy efectivo en papel (o pantalla) no funcione para nada en forma oral. Una de ellas es la capacidad expresiva del autor como lector, que no tiene por qué estar a la par de la capacidad como escritor. La otra es el carácter inevitablemente sucesivo de la audición de un texto, mientras que la lectura, si bien sucesiva, implica una cierta anticipación del futuro: algo notorio cuando uno se da cuenta, de un golpe de vista, que se acerca el final. No es extraño que, muchas veces, uno no sepa que una lectura oral ha terminado si no se lo dicen expresamente.

* Estoy escuchando "Blue lines" de Massive Attack: gran disco, sorprendentemente actual. El adverbio tiene que ver con que el sonido de las canciones de los años 1960, 1970 o 1980 delata la época en que fueron grabadas: en especial, el sonido de las baterías. Pero "Blue lines" suena a grabado ayer, y la razón no sé si es tanto la atemporalidad de la obra como mi dificultad para hallar matices que diferencien el sonido de la música de los años 1990 del de la primera década del siglo XXI. ¿Es mío el problema, o es una realidad?

* En un mundo en el que existen la injusticia, el desamor, la enfermedad, la vejez y la muerte, la risa es imposible de justificar. Por eso mismo es indispensable reír: como desafío a los negligentes demiurgos que han perpetrado este mundo, imperfecto hasta la crueldad.

* Jerry: "Ahí está Ramón. Simulemos que estamos conversando". Kramer: "Estamos conversando". Jerry: "Simulemos que es una conversación importante". Kramer: "Entonces, eh, yo, este, tuve que matarlo y, este, bien, la policía todavía me está buscando". ("Seinfeld", capítulo "The pool guy", séptima temporada, 1995).

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